Cap.1 - "Una muerte en cada puerto"


Oscuridad.
Intentó abrir los ojos, solo para darse cuenta de que ya los tenía abiertos. Una inmensa y desconocida oscuridad la inundaba dejándola en un estado de desorientación total. De indefensión.
Se levantó del suelo a tientas, palpando los ladrillos de la mohosa pared en la que se había despertado apoyada. Más oscuridad.
Sus nervios comenzaban a aflorar, las palmas de las manos le sudaban y el corazón amenazaba con salírsele del pecho sin previo aviso. Había algo en ese lugar que no le daba buena espina. Tenía razón.
A lo lejos se oyó un grito agudo. Un grito de dolor. De desesperación.
A ella se le erizaron los vellos de la nuca, el corazón le latía a ritmo acelerado e inconscientemente las lágrimas resbalaban por sus mejillas a causa del miedo y la inseguridad que sentía en la boca del estómago.
Estaba en peligro. Lo presentía.

Más gritos, esta vez seguidos por aullidos de dolor, quejidos y llantos.
Presa del pánico comenzó a correr en la oscuridad sin darle importancia a tener un tropiezo contra un muro o un abismo. Corrió. Inconscientemente los gritos salieron de su boca pidiendo ayuda y las lágrimas salían ahora a borbotones de sus ya enrojecidos ojos.
De pronto un muro infranqueable se cruzó en su camino haciendola caer de culo al suelo. Ella seguía llorando y gritando. Y la ayuda siéndole negada.
Comenzó a dolerle la cabeza, un punzante dolor en la sien derecha le arrancó un gemido de dolor. Comenzó a masajearse ambas sienes con la yema de los dedos en un vago intento por mitigar el dolor que le laceraba, cuando la oscuridad la inundó de nuevo, sumiéndola en la inconsciencia.
Cuando recuperó la consciencia, tuvo miedo. No quería abrir los ojos por temor a encontrarse en la misma oscuridad que al principio. Palpó el mugroso suelo de aquel desconocido lugar sin éxito en descubrir dónde se encontraba.
No quería abrir los ojos. Pero debía.
Poco a poco abrió los párpados, solo para encontrarse en la misma oscuridad que antes. Un grito de dolor brotó de su garganta, seguido de una nueva tanda de lágrimas involuntarias.
Respiración agitada, sudores fríos, presión en el pecho. Necesitaba salir de ahí cuanto antes, pero era incapaz de moverse. Se tiró del pelo en un intentó por reaccionar, y así fue. Levantó su cuerpo del frío suelo de piedra y comenzó a correr, sin pausa y con mucha prisa.
Sus gritos de auxilio no cesaban, y por fin parecieron dar resultado. Llegó hasta un largo y ancho pasillo de baldosas grises iluminado apenas por la tenue luz de una bombilla, que prometía fundirse en el momento menos esperado.

¿Hola? – preguntó ella con la voz rota por el miedo.

No hubo respuesta.

¿Hay alguien aquí? – volvió a decir con la esperanza de recibir una respuesta, por corta que fuera.

El silencio seguía invadiendo la estancia, solamente perturbado por el goteo de un grifo que le daba al pasillo el más macabro de los aspectos.
Ella miraba a todas partes, se sentía desprotegida.
De repente una sombra negra pasó por el final de pasillo. Su corazón dio un vuelco de 180 grados, no sabía exactamente si de miedo o de emoción por ver una posible salida.

¿Hola? – dijo con un tono más esperanzado.

La sombra volvió a cruzar ante sus ojos para desaparecer por el final del pasillo y continuar por unas escaleras. Ella fue detrás, presa de una desesperación indescriptible. Quiso correr, pero sus miembros no respondían. Solo pudo dar pequeños pasos, que se hicieron eternos.
A mitad del pasillo, las punzadas en las sienes volvieron, esta vez con más intensidad que antes. Un grito salió de su boca resonando contra las paredes del pasillo, extendiéndose en un infinito eco por aquel infernal pasillo.
Un millar de imágenes comenzaron a aparecer frente a sus ojos cerrados.
Un pasillo.
Una barca.
Gente desconocida.
Una clase.
Gente alborotada.
Una playa de aguas oscuras.
Una misteriosa figura vestida con una túnica negra que le tapaba desde la cabeza hasta los pies.
Todas las imágenes pasaban por su cabeza como flashes, lo que dificultaba su identificación y hacia el dolor de cabeza aún mas insoportable.
Gritos y gritos de desesperación y auxilio salían de su boca, sin nada para poder mitigarlos.
Gritos y más imágenes flasheadas. Y más gritos. Con un último grito final ella despertó empapada en sudor levantándose de la cama de su habitación con un salto. Miró a todas partes en busca de algo, pero no había nada. Cuando por fin comprendió que todo había sido una pesadilla, ser rió de su propia angustia debido a una simple pesadilla.

Debe ser por que comí chucherías azucaradas antes de dormir. – se dijo a si misma.

Se secó el sudor de la frente, que le caía en minúsculas gotas y apoyó la cabeza en la almohada, repitiéndose mentalmente que solo había sido un sueño. Cerró los ojos, volvió a reírse y se giró de costado debajo de las sábanas.

Solo ha sido una pesadilla. – dijo riéndose mientras cerraba los ojos para volver a dormirse.

¿Sólo una pesadilla?


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