Extracto - "Una muerte en cada puerto"


Oscuridad.
Intentó abrir los ojos, solo para darse cuenta de que ya los tenía abiertos. Una inmensa y desconocida oscuridad la inundaba dejándola en un estado de desorientación total. De indefensión.
Se levantó del suelo a tientas, palpando los ladrillos de la mohosa pared en la que se había despertado apoyada. Más oscuridad.
Sus nervios comenzaban a aflorar, las palmas de las manos le sudaban y el corazón amenazaba con salírsele del pecho sin previo aviso. Había algo en ese lugar que no le daba buena espina. Tenía razón.
A lo lejos se oyó un grito agudo. Un grito de dolor. De desesperación.
A ella se le erizaron los vellos de la nuca, el corazón le latía a ritmo acelerado e inconscientemente las lágrimas resbalaban por sus mejillas a causa del miedo y la inseguridad que sentía en la boca del estómago.
Estaba en peligro. Lo presentía.
Más gritos, esta vez seguidos por aullidos de dolor, quejidos y llantos.
Presa del pánico comenzó a correr en la oscuridad sin darle importancia a tener un tropiezo contra un muro o un abismo. Corrió. Inconscientemente los gritos salieron de su boca pidiendo ayuda y las lágrimas salían ahora a borbotones de sus ya enrojecidos ojos.
De pronto un muro infranqueable se cruzó en su camino haciendola caer de culo al suelo. Ella seguía llorando y gritando. Y la ayuda siéndole negada.
Comenzó a dolerle la cabeza, un punzante dolor en la sien derecha le arrancó un gemido de dolor. Comenzó a masajearse ambas sienes con la yema de los dedos en un vago intento por mitigar el dolor que le laceraba, cuando la oscuridad la inundó de nuevo, sumiéndola en la inconsciencia.


© Macarena Soler Alba/2009

Extracto "Bésame sin miedo"


Se agacha tras la barra y aprovecha para colocar unos cartones de tinto barato en orden en la nevera de debajo de la barra, todo con tal de librarse del señor Martínez. Como le lleva un poco de tiempo comienza a tararear la canción de Estopa que se escucha por el lugar “La raja de tu falda”

“..No sé qué me dio por la espalda
Cuando vi la raja de tu falda”

De pronto, alguien carraspea. Héctor levanta la vista de la nevera y ve unos tacones negros, sube la vista, y sube, y sube por unas largas piernas hasta llegar a una mini falda de color roja con una raja al lado muy pronunciada. Para dar paso a un ombligo descubierto y un torso cubierto por un floreado bikini de color negro también.
Héctor se levanta del suelo con la boca abierta y ve que el señor Martínez se come con la mirada a la chica. Una chica rubia, ojos negros y labios carnosos que lo mira como si fuera el plato principal del día.

- Hola, guapo – dice la chica en un tono cargado de sensualidad.

Héctor no sabe que hacer, se ha quedado petrificado. Pero cómo siempre la mala suerte lo acompaña y el señor Martínez interviene:

- ¡Eh! ¡Héctor! Te están hablando, deja de mirar su ropa, florido, y atiende a la señorita. ¿La puedo invitar a algo? – pregunta Martínez arqueando una ceja.

La chica ignora a Martínez. Tiene la vista fija en Héctor, que se siente desnudar con la mirada. Se siente acosado.

- Pues, me gustaría una botella de agua por favor. Que esté muy, muy fría. El calor es sofocante – acompaña cada muy de una mirada penetrante que Héctor siente que le traspasa.


© Macarena Soler Alba/2009