N.N


Y allí estaba yo, sola, como de costumbre, esperando algo que nunca iba a llegar y que además era consciente de ello. No comprendía que la pandilla hubiera cambiado tanto en tan poco tiempo. Aún me acordaba de cuando eramos pequeños y jugábamos al escondite todos juntos, o cuanod bajábamos al patio en pijama y nuestras madres nos tiraban la cena por la ventana en papel de aluminio y comíamos juntos, todo para no dejar que el momento se acabara.
¿Y ahora?
Ahora era raro el día en el que pudiéramos estar todos juntos como antes, y la situación ya no era la misma. Cada uno iba por independiente y o bien estaba destrozándose la vida a base de porros, o bien desgraciándosela con el primero que le había dicho cuatro tonterías y ella le había abierto las piernas.
Todo había cambiado tanto que dolía, y yo era testigo personal de que todo se estaba yendo a la ruina, sus vidas, su juventud...todo.
Y yo seguía allí, sintiéndome como una extraña en un círculo de personas con las que supuestamente había pasado mi infancia.
Quería ayudarlos, pero yo también tenía problemas, y lo que menos me apetecía era que confundieran mi buena fé con ser una entrometida.
Así que seguí observando desde una esquina como las personas que había significado tanto para mi hacía escasamente 7 años llevaban sus vidas por caminos equivocados, a la espera de un futuro negro.


© Macarena Soler Alba / 2010 - All rights reserved.

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