
Estaba cansada, los párpados le pesaban cual bolas de plomo, y aún no había terminado la tarea. Llevaba toda la tarde trabajando sin parar e incluso había optado por saltarse la siesta que tan necesaria le era después de las clases.
Cuando acabó, cerró los libros y miró al techo, bostezó un par de veces y la inundó una extraña sensación de felicidad y traquilidad que hacía tiempo que no sentía.
Encendió rápidamente el portatil y abrió el messenger, unas cuantas ventanillas hicieron aparición y comenzaron a saludarla. La respuesta fue la misma para todos:
- ¿Qué tal?
- Bien, no se, estoy feliz. Hoy por fin me he concienciado y me he puesto a estudiar definitivamente. ¡Y lo he hecho!
Todos contestaban con risas y emoticonos esbozando una cara sonriente. Pero de todos esos comentarios escuetos fue uno el que realmente le llegó, uno que simplemente mostraba la verdad tal y como era:
- Estás contenta por el esfuerzo, pero más contenta estarás por la recompensa. Ese es mi lema.
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